Este es mi espacio, mi pequeña parcela de libertad, mi válvula de escape, mi cofre de sentimientos, mi retiro, mi confesionario, el escondite de mis rebeliones, el escaparate de mi alma.

jueves, 20 de septiembre de 2012

Mueca




     He empezado las clases a tope. Llevo cuatro días, y ya el cansancio empieza a hacer mella. Me propuse poner a punto a mis alumnos, después de todo un verano de una relativa inactividad deportiva, y me he puesto manos a la obra, haciendo al mismo tiempo que ellos todos y cada uno de los ejercicios físicos, con los que han despertado de su letargo músculos, tendones, articulaciones y demás fauna de su anatomía, y de paso de la mía. Veinte horas desde el lunes, sudando la gota gorda en el colegio, más las que paso en el gimnasio a título personal. Ya casi hemos llegado al fin de semana, y la vida se ve de distinto color, aunque las obligaciones domésticas y familiares no me abandonan ni empujándolas.


     Hace tiempo que no escribo. Bueno, alguna carta al periódico, pero me refiero a mis otros escritos. Tengo a medias dos relatos desde este verano, pero una vez inmersa en la corriente de la rutina de trabajo, me es difícil encontrar, no ya el tiempo necesario, sino la ocasión propicia de silencio en la casa y serenidad en el ánimo. 


     Los horarios y las necesidades ineludibles minimizan en parte el cosquilleo que me producen las mariposas que revolotean en mi barriga. Ahí dentro, muy adentro, se vislumbra un halo de tristeza. Lo intuyo también en los demás, es como si cada sonrisa se dibujase en los rostros como una mueca forzada. Son apreciaciones subjetivas, pero algo me dice que están asentadas en sólidos argumentos.


     Tengo que empezar mi particular lucha contra la tristeza sin sentido, las decepciones crónicas, la tendencia a la depresión, los miedos a la impotencia frente a las adversidades, y comenzar a reafirmar mi autoestima, a valorar las infinitas posibilidades de las menopáusicas cincuentonas, a mirarme al espejo sin la lupa de las imperfecciones y a nutrir mi vitalidad innata embadurnando de entusiasmo cada nuevo proyecto.


     ¡ALLÁ VOY! Estos versos recién salidos del horno constituyen una  firme declaración de intenciones.

                             

                                                          DORMIR SOBRE EL TEJADO


Necesito encarcelar
en un poema mi alma,
 y busco pero no encuentro
palabras para esposarla.

Esta noche de joven otoño
quisiera dormir
desnuda sobre el tejado,
 emborracharme de luna,
escuchando los boleros
por grillos tarareados,
abrigarme con un manto
de madrugada, estrellado.

 Y despertar suavemente
con tenues luces del alba,
sentir su amante caricia,  
cubriendo mi piel dorada,
de terciopelo maduro
y de sedas perfumada,
besar mis párpados cansados
con sus labios de manzana,
meciendo mis falsos miedos
entre abrazos y baladas,
y trenzando mis cabellos
con alegres carcajadas.

Dormir sobre el tejado, pretendo,
contemplando el universo
sin cometer pecado, entendiendo,
que hay que soñar arcoíris,
que hay que agitar los pañuelos,
que hay que ir subiendo peldaños
que nos alejen del suelo,
amamantar ilusiones
y vencer al desaliento,
sea de día o sea de noche,
en oasis o en desiertos,
aunque esté nublado el cielo,
el corazón tenga frío
o en el alma esté lloviendo.

Dormiré sobre el tejado,
al menos, eso deseo.


2 comentarios:

  1. Mira Maribel, no me estraña nada..., nada... que hayas tenido que pegarte la paliza de hacer las 25 horas de deporte al tiempo que tus alumnos, y que además durante la semana también te hayas pasado por el gimnasio.
    ¡¡¡ Es lo mínimo que puedes hacer después del "jartón" de empanada con sabrasada ibérica que te comiste el fin de semana pasado.!!!

    Seguro que mientras comías empanada (que rica) no sentías ningún síntoma depresivo ni te acordabas para nada de "problemillas menopáusicos que las cincuentonas disfrutamos".
    Si has contestado... NO, NO SENTÍA NINGÚN SÍNTOMA...
    eso quiere decir que hay que disfrutar más de cosas tan sencillas como hacer una empanada y comerla rodeada de "tus amores".
    Comer esa empanada... tan poca cosa y tan grande!!!

    Disfrutemos con proyectos sencillos, realizables... seremos más felices... y después soñaremos con dormir en el tejado.

    Besos desde EL TERRAO.

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  2. Me fascina la simplicidad con la que resuelves mis empanadas mentales. Voy a tener que arrimarme más a ti, y disfrutar los saludables beneficios de una huerta ecológica como la vuestra.Pero no me negarás que dormir sobre el tejado tiene su puntito de romanticismo. Besitosss...

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