Este es mi espacio, mi pequeña parcela de libertad, mi válvula de escape, mi cofre de sentimientos, mi retiro, mi confesionario, el escondite de mis rebeliones, el escaparate de mi alma.

miércoles, 28 de septiembre de 2016

Terapia antiestrés



Mi suegra, a la que siempre admiraré, alejada años luz del odiado y vilipendiado prototipo, mujer culta, equilibrada y sabia donde las haya, me decía que era conveniente disponer de algunos platos viejos o en desuso con el objeto de poder estrellarlos estrepitosamente en momentos puntuales, para liberar tensiones de la vida cotidiana y equilibrar el karma. Siguiendo su consejo he ampliado a tal efecto, con el tiempo y la experiencia, las posibilidades de munición, al tiempo que propicio no flaco favor al medio ambiente. A saber: hago acopio de una considerable cantidad de vidrio desechable y doy un plácido paseo con las bolsas repletas hasta el contenedor más próximo (quien mueve las piernas, mueve el corazón…) Una vez allí, y comprobado que no estoy siendo observada –cosa que no favorecería mi imagen- me entrego al placer del destrozo de cada pieza, arrojándolas al interior del iglú con todas las energías negativas retenidas en mi alma, buscando en cada nuevo intento el rincón donde más añicos se hagan y más consecuencias auditivas produzcan. Tratamiento sintomático de origen no farmacológico con efectos sedantes inmediatos. Menudo ahorro en psicoterapeutas. Y no hace falta receta electrónica. 



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