Sumergida en mis silencios,
enmudecida y absorta
por las voces de mi alma,
cubro mis pechos de sol,
bajo cúpula de azules.
Me dejo acariciar por una brisa
rezongona, que hace temblar brillantes
destellos de luz sobre nostálgicas
melodías de espuma y caracolas,
mientras recita estos versos.
Gozando el momento,
abrazando el instante,
bebiendo la vida a sorbos,
ignorando un difuso horizonte, que
se vislumbra salpicado de días
enlutados e idénticos,
de sombras fantasmagóricas,
de aire irrespirable.
Buceo en mis pensamientos
mudos, aferrada a una
felicidad que caduca,
anclando esta paz, que ahora
me embarga, en el puerto de
mis secretas emociones.
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