Este es mi espacio, mi pequeña parcela de libertad, mi válvula de escape, mi cofre de sentimientos, mi retiro, mi confesionario, el escondite de mis rebeliones, el escaparate de mi alma.

viernes, 21 de abril de 2017

Defensa personal



Hay quien apuesta por el ajedrez para incluirlo definitivamente en el currículo escolar, como una interesante innovación pedagógica, y no es una idea descabellada ni novedosa. Se me ocurre otra materia curricular para incluir desde tempranas edades: defensa personal.



Somos altamente vulnerables a los ataques indiscriminados en cualquier edad, situación, momento o lugar. 




Maltratadores de ambos sexos y de todas las clases sociales, epidemia –pandemia, más bien- de corruptos, prevaricadores, estafadores, ladrones vulgares y de guante blanco, explotadores, pedófilos, fanáticos escondidos tras argumentos religiosos (¿puede haber un dios tan malvado y cruel…?), ambiciosos sin fronteras, desalmados, dictadores y tiranos, máquinas de matar, monstruos de la indiferencia ante el dolor ajeno, fenómenos meteorológicos y catástrofes naturales de dudoso origen, ludópatas que juegan a lanzar bombas y misiles a blancos indefensos, desde sus lujosos despachos, charlatanes capaces de manipular magistralmente nuestros gustos y opiniones, y toda una fauna de consentidores que miran de soslayo todo aquello que no afecte personalmente a su bienestar social o a sus bolsillos. 




Lo difícil sería encontrar docentes cualificados para impartir esas clases de defensa personal, utópica ironía, en un mundo enfangado por la falta de valores que un día, no hace tanto, nuestros padres y nuestros abuelos intentaron inculcarnos con menos prisa y una disciplina más firme que la nuestra. 


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