Y llegó el momento.
Había ido tachando los días de la cuenta atrás, pero me daba la impresión que no tenía que ver conmigo, que ese descuento era ficticio, imaginario, inalcanzable...
Algunos de mis compañeros me llevaron a tomar café en el recreo para dar tiempo al resto a colocar a los niños en el patio sin que yo sospechara nada. Cuando volvimos, me sorprendieron de esta manera. ¡Cómo me conocen! Lejos de llorar de emoción, que la había, me puse a bailar al ritmo de "Diva" como si no hubiera un mañana, disfrutando de la fiesta bajo un sol de justicia.
Y tras la "Diva", la "Macarena", el caso era bailar y pasarlo bien, las despedidas no tienen que ser necesariamente tristes. Siempre he sido feliz en mi colegio y feliz me retiro también después de casi 43 años de mi labor como maestra. FELIZ.
Sara, antigua alumna primero y maravillosa compañera años después, me leyó ante todos un poema tierno y sentido que guardaré como un tesoro.
Yo también quise decir unas palabras rimadas; siempre he dedicado versos a los compañeros que se han ido jubilando y ahora, que me toca el turno, los he escrito para mí.
Punto y aparte
Aquí estoy, con mis miedos y reparos,
en una fecha marcada
en mi viejo calendario.
Veo vuestros ojos clavados
en mis plateadas sienes,
muy atentos a mis versos,
cogidos con alfileres
en un pergamino blanco.
Ya se cumplieron mis sueños,
que ahora intuyo en vuestros rostros,
espejos de las ilusiones
y de mil preocupaciones
que siempre encuentran un dueño
y fueron mías antaño.
Miro en el retrovisor
mi larga vida docente
y me pregunto, dudosa,
si he sabido dejar huella…
Ya me lo dirán los años.
Me conformo con cruzarme
con algún que otro pupilo
que me dedique un saludo
y me hable con entusiasmo
de anécdotas en las clases,
sin rencor y con agrado.
Cierro el gimnasio con llave y
recojo mis deportivas,
me dirijo a la salida y
se quedan mudas mis claves.
Pienso que no ha sido en vano
el camino recorrido,
con sus flores y sus piedras,
sus oasis y desiertos,
alegrías y fracasos,
a veces con pies desnudos
y otras con buenos zapatos.
Y hasta aquí ha llegado el cuento
de esta humilde servidora,
maestra trabajadora
de este colegio pacense.
Dejo escondida en sus muros
mi vida, de cabo a rabo:
mi infancia, mi adolescencia,
mi juventud, mi adultez,
días tristes, días de gloria,
muy buen rollo y muchas risas,
reuniones, programaciones,
muchos bailes y actuaciones,
a veces con mucha prisa.
Sinceramente os deseo
lo mejor de lo mejor
y creedme si os confieso
que os llevo en el corazón.
Embargada de emociones,
termino con este canto:
“Gracias a la vida
que me ha dado tanto…”
Maribel Núñez Arcos. Jueves, 22 de mayo de 2025.
Me hicieron entrega de tantos presentes que a duras penas me cabían en las manos. A día de hoy, todavía estoy leyendo los muchos mensajes personales de mis alumnos, a cual más tierno y entrañable.
Voy a echar muchísimo de menos los abrazos de mis niños, serán inolvidables e insustituibles.
Y, tras la fiesta del patio, mis compañeros me llevaron a "Los Canchales", también por sorpresa, para invitarme a comer con ellos.
Y allí se presentaron, ante mi asombro, mis cuatro guardaespaldas con flores.
Finalizamos la celebración unos cuantos sentándonos en un local de la Plaza de los Alféreces, para tomar café y helados.
Solo puedo dar las gracias de corazón a todos por haber hecho de mi despedida un día tan especial.