¡Hola, 2025!
Con este 2024 que se va para no volver tengo sentimientos encontrados.
Durante estos doce meses he sido una maestra mediopensionista plenamente feliz; una madre sufridora con cada revés de su prole, como no puede ser de otra manera; una mujer desgastada por el peso de los calendarios; una esposa que aún conserva ilusiones secuestradas durante décadas por las obligaciones; una hija que se nutre de los valores inculcados por sus antepasados; una eterna alumna que pulula por los pasillos que la han visto crecer y madurar; una ciudadana esperanzada en las expectativas que el nuevo año traiga bajo el brazo.
No pido nada y lo pido todo. Se han ido para siempre personas muy queridas, vendrán otras a dulcificar los días.
Al carajo los aprovechados, mezquinos, desleales, maledicentes, cínicos, mentirosos, narcisistas, prepotentes y toda su corte infernal.
Bienvenido 2025, aunque su manida rima haga sangrar mi anticuado romanticismo. Te recibo con los brazos abiertos y mi mejor sonrisa. Sé benévolo conmigo y con todos los que quiero.
Amén.
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