Podríamos calificar el 2020 de “annus
horribilis”, sin necesidad de dar explicación alguna.
Soy de la cosecha de 1.960 y,
por lo tanto, este año he cumplido los 60, aunque la efeméride ha pasado sin
pena ni gloria, debido a las especiales circunstancias que estamos viviendo.
Pero eso no significa que haya que suprimir todas nuestras rutinas sin
excepción.
Yo no quiero renunciar este
atípico verano al jueguecito que inicié en 2.010, y que corrobora que voy
cumpliendo primaveras, irremisiblemente, con sobrada motivación para verme
envejecer sin traumas incapacitantes, y que dispongo de humor y vitalidad para
dejar documento gráfico de esta inexorable ley de vida, aunque el paso del
tiempo vaya diezmando la juventud que antaño disfrutamos. Si un verano dejo de
hacerlo, mal augurio.
Por lo tanto, ahí va: mismas
coordenadas geográficas e idéntica ubicación de siempre; mismo cielo y mismo
mar; misma mujer y mismo fotógrafo (con el que, por cierto, comparto lecho…).
Pongo mis cartas boca arriba
con desenfado, pero también con humildad. Si, llegados a este punto, el asunto te
incomoda o se te antoja intolerable, no sigas: haz clic y sal cuanto antes de
esta página, no vaya a darte un corte de digestión y la responsabilidad recaiga
sobre mi conciencia.
Sed moderadamente felices.
Paz y Amor.
Juego de las Diferencias anteriores.
Juego de las Diferencias del año pasado.
Ciao
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