Este es mi espacio, mi pequeña parcela de libertad, mi válvula de escape, mi cofre de sentimientos, mi retiro, mi confesionario, el escondite de mis rebeliones, el escaparate de mi alma.

lunes, 9 de diciembre de 2013

Postureo


Cuando el Coro Infantil de las Josefinas canta sus villancicos en plena calle, con el calor de un público que contrarresta la gélida temperatura de la noche,  y brillan las primeras luces anunciando la Navidad, ya huele, por asociación de ideas, a turrón, a festejos, a reuniones familiares, a belenes, a vacaciones escolares, a regalos y a comilonas.



 El postureo es un término que no está registrado en el diccionario, es un neologismo que alude a las apariencias, una forma hipócrita de comportarse ante los demás;  esa actitud no es nada nueva, siempre ha estado ahí, y durante estas fiestas cobra protagonismo. 


De todos es sabido que los peces del villancico beben, y beben, y vuelven a beber, que los humanos en Navidad comen, y comen y vuelven a comer, aunque después se pongan a dieta porque los vaqueros no suben de los muslos. 



Pero los pobres de esta crisis ni comen saludablemente, ni beben como los peces, ni posan como los que posturean. Las pasan canutas ante la indiferencia de muchos ladrones de guante blanco y conciencia negra, que sonríen con total impunidad, mostrándonos su podrida felicidad, sus inmaculados dientes y su poderío ante los flashes.





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