Este es mi espacio, mi pequeña parcela de libertad, mi válvula de escape, mi cofre de sentimientos, mi retiro, mi confesionario, el escondite de mis rebeliones, el escaparate de mi alma.

martes, 1 de marzo de 2011

El hormigo Sweetwater.






   El hormigo Sweetwater es un personaje de cómic creado por Mane (ya sabéis, mi contrario). Lo dibujó en viñetas desarrollando distintas actividades, inventó cuentos para él, pintó su retrato, incluso lo modeló con arcilla en posiciones gimnásticas que yo practicaba desde niña. El origen de su nombre es una larga historia.
   Para empezar, a Mane siempre le hizo gracia la diferenciación que se hace en mi pueblo entre las hormigas (grandes, potentes) y los hormigos (dícese de los mismos bichos, pero de menor tamaño, más insignificantes y poca cosa). Cuando los hormigos caminan presurosos en fila india, en mi pueblo se alude a una "carrefilera de hormigos", haciendo alarde de un particular localismo. A él esta forma de hablar le llamaba poderosamente la atención, entre otros usos y costumbres santamartenses.
   Desde que empezamos a salir él me denominaba cariñosamente "hormiguita", por trabajadora, por mis constantes esfuerzos en lo que me proponía, por lo ahorradora, por tenaz, por sacar partido de cualquier objeto inútil a simple vista, por hacer más horas que un reloj...


 
   Aún hoy conservo en un armario un aro de pandereta, junto a dos guitarras eléctricas, una guitarra acústica, una guitarra española, un teclado y varias flautas dulces, instrumentos que viajan conmigo desde mi juventud, cuando soñaba ser artista, ya fuera cantante, actriz, bailarina..., oficios en los que mi nombre brillara en letras de neón en salas de fiestas o teatros. Mi novio me retiró antes casi de haber ejercido, y me hizo aterrizar en nuestros planes conjuntos, dinamitando todas mis fantasías hollywoodienses.



   Pues bien, ese aro de pandereta que compré con algunos ahorrillos, es de la marca Honsuy. Lo sé muy bien porque, aunque con ayuda de tiritas de papel celo, la caja de cartón todavía existe. En la última limpieza estuve tentada de tirarla, pero soy una sentimental, está demostrado. Con la tinta de bolígrafo un poco desdibujada por los años, puede leerse en el exterior:     
                                           
                                              "Te quiero, hormiguita"
                                              "Y yo a ti, larguirucho"
 
   ¿Cómo podría deshacerme de tan valioso tesoro?
  
   Durante la feria, en el mes de julio, asistíamos a una actuación del cantante Emilio José (no era la ilusión de mi vida, pero sí lo que el Ayuntamiento podía permitirse con su escaso presupuesto). En mitad de la actuación, una mujer subió al escenario y le dijo algo al cantante. Parecía que buscaba a alguien y pedía que lo nombraran por el micrófono. El artista no entendía bien el nombre de la persona que la mujer quería localizar:  "que llame a Guadalupe...,a Iván Luque..., a Agua Dulce..., no entiendo..." Ella insistía una y otra vez, hasta que alguien cogió el micro y pronunció con toda claridad: " que si está aquí Juan Núñez..." Mane y yo no salíamos de nuestro asombro: Emilio José había cortado su actuación para avisar por los altavoces...¡a mi padre! Efectivamente, mis padres asistían al espectáculo. Por aquel entonces, mi padre compaginaba sus labores agrícolas con la licencia de un coche de servicio público, por el que constantemente, sin horario ni calendario, lo requerían para viajar a la capital o a las localidades adyacentes, cuando no a Barcelona, a Bilbao o a Madrid, las más de las veces sin previo aviso y muchas de ellas con premura (algún niño nació en el asiento trasero antes de llegar a la Maternidad).
   Y he aquí el origen de mi apelativo cariñoso: hormigo, por mi semejanza con los susodichos. Y Sweetwater, que significa Aguadulce, uno de los nombres que malentendió el artista de turno intentando traducir, entre los ruidos de una feria de pueblo, el nombre de mi padre por la boca de aquella pobre mujer.






             Me retiro a mis aposentos, que mañana me espera una ardua tarea...

                                             ¡BESITOS!

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